domingo, 6 de marzo de 2011

Honestamente incontrolable

Sin escuchar el parloteo de las bocinas,
quemo mis recuerdos y latidos de despecho
en el devenir del fuego,
en mi tiempo de violencia el ímpetu de mi sabiduría  se confunde con siniestro,
quebranto las normas del viento, dispersando el fuego al norte,
con música de Zulu, ritmos de tambores
no como la sinfonola del improvisado de abajo
la maquina,
que ni siente mis versos,
ni imagina
mi concentración devorada sin vacilación por los susurros del miedo
que tus actos generan en el pecho de este,
que es guerrero, guerrillero,
frente al desprecio de vanidades insatisfechas.

Apenas puedo decidirme a olvidarme del silencio ante mis letras de veneno,
de guerrilla intelectual, que doy como si fuera el frió victorioso en el invierno de la guerra de revolución,
del enfrentamiento contra mis viejos y su historia.

Si
le dije a una chica que me devuelva los tiempos perdidos,
jugaba con  las dimensiones en malabares acelerados
ante el hecho de que soy lo más que puedes tener
que sin vacilar entrega la sutileza de su realidad,
honestamente,
sin importar le llamen demente.

Los suspiros como oxigeno para mi ansia por la piel de una diosa guerrera,
yo hipnotizo aves, haciéndolas caer cometiendo suicidio,
se llena la ciudad de muerte,
y la tinta reúne todo mi desprecio por tu sexo y tus lamentos
ante el ritual de mis perversiones, eternamente satisfechas,
noches bohemias en la soledad del carnaval
acompañado de mis perras y mis perros salvajes
perfecto se entiende el lenguaje de la necesidad.

Si sus lenguas se sueltan para deslizarse sobre la barra de una cantina de emociones,
¿porque no soltar la mía sobre la pista de baile de las revoluciones y revelaciones?

Yo ya deje de pedir perdón,
y te digo que a mi no me lo pidas,
pídelo a tu señor, a tu dios,
yo quiero el tiempo bebiendo sus besos del sol,
haciendo fotosíntesis de su imagen,
la que salí a cazar en mi inconsciente,
para colocarla en las paredes de mis trofeos,
y después tirarlas junto con los cimientos de mi mundo,
liberación para tomar las carreteras que se llenan de sangre
ante el aburrimiento de los registros de nuestros quehaceres 
cosecha internacional de lo vivido
lo miliciano de las poesías blancas.

Yo ya deje de pedir perdón, nadie merece tal humillación,
todo lo que te puedo ofrecer es esta violencia sin ton ni son,
en el espacio de mi indiferencia y mi obsesión,
es mi sentimiento puro armado con una bomba, un encendedor
y un interruptor en mi mente,
diciendo y diciendo palabras opuestas
palabras que son tormentas de arena dispuestas a consumir paisajes urbanos
ambientados con trip-hop y féminas dolientes a la espera de espermatozoides
mi genética delirante de historia y de contradicciones, mundanas, naturales,
honestamente incontrolables: Mis contradicciones

2 comentarios:

Lup R dijo...

Wow. Me encanta cómo escribes. Un abrazo Rayas ponk ;)

Anónimo dijo...

Ya se extrañan tus palabras por acá.

(ex) Lup Rev