jueves, 7 de mayo de 2009

Luz de plata

Desciendo del caballo negro, la nieve refleja con fuerza, la luz de la luna llena, gloriosa luz de plata que ilumina el camino de las almas perdidas. El enorme castillo se impone ante mi, lleno de vida a los ojos de los ciegos, a mi me parece muerto y vacío.
Me encamino hacia adentro, el enorme par de puertas principales esta abierto de par en par, mis pasos resuenan por el pasillo lleno de pinturas de nobles, ídolos y demás personajes irrelevantes para quienes comprenden la insignificancia del arte vano.
Paso por el primer salón, imágenes de otros tiempos en que danzara, comiera y bebiera en interminables orgías que el cuerpo gustase y celebrase con gran ímpetu, asaltan mi conciencia, logran estremecerme, la nostalgia del placer me asalta.
Sigo mi camino, hasta la escalera principal, que divide al castillo en las dos enormes alas que lo componen, subo por la primera escalera, hasta el punto en el que hay que elegir el camino, derecha o izquierda, eso es lo de menos mis sentidos me llevaran a ti, una imagen de mi, otro personaje irrelevante, mi rostro; hoy no es mas que una sombra debajo del sombrero, entre el alargado cuello de la chamarra negra que porto .
Sigo mi camino, después de seguir tu olor por los largos pasillos salones, y habitaciones del palacio,mientras tu esencia se hace cada vez mas fuerte, mi ansiedad aumenta. Estas detrás de la puerta dormida. Abro la puerta con delicadeza, las cortinas abiertas, permiten entrever el cielo naranja rojizo, rosa. Tu acostada hermosa, joven, tu largo cabello negro reposa en las sabanas, las cuales cubren tu desnudo cuerpo, tus labios entreabiertos liberan la causa de mi visita, tu aliento, satura la habitación, no lo resisto me acerco y te contemplo, te deleito, poso mis labios sobre los tuyos, comienzo a jalar tu aliento, tu vida, sutilmente, y cada vez mas rápido hasta que no te queda más.
Te despiertas sobresaltada, agitada, recuperas el aire lentamente, no me ves, pues no estoy a tus ojos, pero me sientes, y lloras.

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